miércoles, 9 de mayo de 2012

Recuerdos de infancia


Siempre era por Navidad. Los carromatos del circo formaban una bulliciosa cola multicolor por la avenida principal. Los altavoces anunciaban a los payasos, a los equilibristas, a los domadores...; leones, tigres, algún elefante... pero todo eso a mí me daba igual. Me ponía triste ver a aquellos animales encerrados en sus jaulas o caminar por las calles amarrados con gruesas cadenas en sus cuellos o pies.

Sin embargo, olvidaba toda esa triteza porque también sabía que mi momento preferido del año estaba por llegar. No era porque faltaran pocos días para que vinieran los Reyes Magos. Siempre se habían acordado de mí, aunque fuera con una simple muñeca. Yo me portaba bien casi todo el año pensando en el nuevo juguete que me traerían sus tres majestades.

Dejaba a mis amigas viendo el desfile de carromatos y me marchaba corriendo por las calles a esperar con impaciencia en la Plaza Mayor. Me asomaba a la ventana de mi habitación y esperaba...

Al día siguiente al despertar estaba ahí. Con sus maderas pintadas de mil colores, con sus luces que a mí me parecían millones de estrellas. Y mi corcel... él también estaba allí, confiado en que un año más montaría sobre su lomo para recorrer con él mil caminos llenos de aventuras que sólo estaban en mi mente. Me escapaba de la realidad. Me sentía bella, libre, poderosa, como si fuera la princesa de un cuento de hadas.

Un año más llegaba a mi alma la magia del tiovio...


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