martes, 2 de diciembre de 2014

Medidas extremas

Le había escrito una carta de amor y escribiría cien más si con ello conseguía despedirse de su recuerdo.

La vidente que tenía su tienda llena de velas y santos en los bajos de su edificio le había dicho que después tendría que quemar el papel en el que había escrito aquellas palabras para desprenderse de sus sentimientos hacia Ana.

Todo aquello le parecía una solemne tontería pero estaba dispuesto a probar cualquier método para acabar con su infelicidad.

A pesar de todo lo ocurrido entre ellos dos consideraba a Ana buena gente y quería olvidarla sin tener que emplear ninguna de sus medidas extremas habituales.

De todos modos, por si le hacía falta, el cuchillo grande lo tenía afilado y listo para usar en el cajón de la cocina.

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